El
ave voladora más grande del planeta, lucha por sobrevivir en las altas cumbres
sudamericanas entre las torres de alta tensión, la persecución humana y la
destrucción de su hábitat, que lo han colocado al borde de la extinción.
Pocas
aves pueden igualar al imponente cóndor, que vive 70 años, si el hombre lo
deja, desplegando su belleza por la cordillera de los Andes.
Las
poblaciones de cóndor andino
han sufrido en las últimas décadas un alarmante descenso a todo lo largo de la
cordillera de los Andes. En Colombia y Ecuador sobreviven menos de 100
ejemplares silvestres, Perú y Bolivia vieron reducidas sus poblaciones
naturales y, si bien Argentina y Chile sostienen las mejores poblaciones silvestres,
ya se han registrado extinciones locales, donde naturalistas de mediados de
1800, como Charles Darwin o Perito Moreno, encontraban poblaciones abundantes
de esta especie, en sitios donde hoy ya no existe.
En
Mendoza se lo está criando artificialmente; los huevos son colocados en
incubadoras, y una vez que nacen se los alimenta hasta que cumplen un año a
través de títeres que simulan ser su madre. Al finalizar este proceso son
llevados a su ambiente natural para ser liberados, adaptándose a él y aumentando
el número de su población.
Pero
esto no va a poder ser posible si los humanos siguen destruyendo
su hábitat o cazándolas sin límite alguno. Ese era el caso de las montañas de
Córdoba, hogar de gran cantidad de ejemplares de cóndores, que a medida que paso
el tiempo van quedando menos a tal punto de pasar a estar en peligro crítico de
extinción. Para proteger la especie, un grupo de personas decidió crear una
reserva natural llamada "La quebrada del condorito", ubicada en el
Cordón de las Sierras Grandes. Esta
comprende parte de la Pampa de Achala y quebradas que descienden de ella hacia
el este. Se ocupa de que este grupo de animales vivan de acuerdo a su ambiente,
pero con el cuidado necesario para evitar su desaparición en mano de los
cazadores con ansias de dinero, ya que pretenden venderlas en el mercado
negro.
Los especialistas indican que lo que hacen los
conservadores de cóndores es una buena forma de evitar su extinción. Es
necesario fomentar su protección ya que son uno de los tesoros nacionales más
importantes y, si las cosas siguen como están, podrían desaparecer
permanentemente. Es hora de revertir todo el mal hecho anteriormente y ayudar a
salvarlos, ya sea contribuyendo con las ONG's y reservas naturales, con dinero
o con ayuda voluntaria.
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